Ni salón, ni cocina. Esa habitación (o parte de ella) tradicionalmente utilizada para comer en familia, disfruta hoy en día de una gran libertad de uso. Así pues, despidámonos de esas enormes mesas que se utilizaban sólo una vez al año y vivamos nuestro hogar según nuestras necesidades reales. Estas son algunas posibles nuevas vidas del comedor.

Existen muchas viviendas en las que el espacio destinado a comedor se ubica en una parte lateral del salón. Esa distribución es útil cuando realmente nos resulta cómodo comer o cenar fuera de la cocina. Pero si no es así, podemos priorizar nuestra vida de diario colocando una mesa para que los niños puedan hacer los deberes con comodidad, o para ganar espacio a la hora de realizar actividades que requieren un gran escritorio, como coser o hacer manualidades.

Si decoramos las paredes con nuestras obras de arte o las convertimos en un pequeño espacio de almacenaje para materiales y telas habremos sacado de la nada un pequeño estudio.

En otras viviendas en cambio, el comedor está ubicado cerca del salón, como una estancia independiente. Para aquellos a los que nos gusta consultar de vez en cuando el portátil o la Tablet pero sin sentirnos que estamos sentados en la oficina, o sentarnos a leer en vez de ver la televisión, podemos utilizar este espacio para crear un pequeño lugar de relax para leer o escuchar música. Una buena idea es colocar un tocadiscos, que nos permitirá relajarnos y disfrutar de nuestra música preferida con mucha tranquilidad.

¿Por qué tener una gran mesa si sólo somos dos en casa? En estos casos vale la pena invertir en una pequeña mesa de nuestro gusto y unas sillas cómodas para disfrutar de bonitas cenas en pareja. Si viene a comer la familia o improvisamos una cena con amigos, unas sillas plegables solucionarán el problema de espacio. Y sino, podemos optar por picoteos informales distribuyendo a los invitados por todo el salón. Vivir nuestro hogar día a día a nuestra manera nos da más felicidad que una cena de revista una sola vez al año.

 

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