Los lofts comenzaron a hacerse populares durante los primeros años de la década de los 70. En las grandes ciudades las viviendas en el centro eran muy pequeñas, con lo que se planteó la necesidad de más espacio, adaptando estos espacios (destinados al trabajo y al uso industrial) como viviendas, ya que eran más grandes, luminosos y económicos.
Igual que sucede a la hora de amueblarlos, al iluminar los lofts es fundamental una buena distribución y distinción de las diferentes zonas, ya que el espacio es único.
Por tanto, debemos considerar la zona de dormitorio (en la parte superior), la cocina, el salón o zona relax, la zona de trabajo y el comedor.
En primer lugar es importante aprovechar la luz natural en la medida de lo posible. Instalar grandes ventanales puede suponer un gasto inicial importante, pero posteriormente lo amortizaremos, tanto en la factura de la luz como en las ventajas de vivir con luz natural y no artificial.
Aprovechar la altura del techo también es interesante, ya que podemos colocar todo tipo de lámparas con cables a diferentes alturas para iluminar zonas concretas, como una mesa de comedor, por ejemplo. Los propios cables pueden ser elementos de decoración en sí mismos, contribuyendo a llenar el espacio entre la altura del techo y el mobiliario, o generando pequeñas «obras de arte» en las paredes o techos.
Por otra parte, si no contamos con numerosos puntos de luz, podemos colocar lámparas de pie o de mesa en los diferentes ambientes: mesitas de noche, lámparas de lectura al lado del sofá, o leds en el contorno de los armarios de la cocina.
La diversidad lumínica contribuirá a generar diferentes ambientes en el espacio abierto de nuestro loft, secundando nuestros estados de ánimo y nuestras diferentes necesidades en un hogar sin paredes ni estancias divididas.
Fuente Imágenes: Pinterest