El estilo no necesariamente debe ir ligado a una idea en concreto. Mezclar piezas de distinta corriente puede, en lugar de dar un toque desordenado, ofrecer un diseño anárquico donde la libertad creativa de quien diseña se premia con un toque personal y difícilmente transferible. En este sentido, con cada vez más frecuencia, se apuesta por dar mucha importancia a los suvenirs que se coleccionan en los viajes que se van haciendo. Esta apuesta se convierte en una auténtica victoria si conseguimos, además de ligar el estilo, que cada pieza nos permita sentir y experimentar, de nuevo, todo aquello que vivimos en ese viaje.
Resulta difícil determinar un código absoluto de aspectos que se deben cumplir a rajatabla para acertar en el diseño de una zona a partir de los souvenirs, aunque es importante que las tonalidades sean similares, sin necesidad de que sean iguales, y más que las formas, que no pasa nada si no son regulares. Por ejemplo, si los objetos coleccionados corresponden a un viaje a África o a cualquier zona desértica, podría ser interesante confiar en el blanco, el amarillo arenoso o ligeros matices de gris ya que podría hacernos sentir como en el desierto del Sahara, además de multiplicar la luz natural que predomina en la sala.
A la hora de exponer nuestros tesoros debemos tener cuidado de no cargar en exceso el ambiente. Por mucho cariño que le tengamos a determinadas piezas, puede que su aportación sea más negativa que positiva si no se acierta en la ubicación. Una buena solución para enseñar esas piezas de metal artesano o de cerámica que compramos en un viaje a Grecia sea, sencillamente, colocarlas encima de una mesa cuyo color se avenga. Siempre hay que ser consciente de que no se debe sobrecargar el ambiente.
Puede pasar, y resulta algo de lo más habitual con los souvenirs, que la funcionalidad no case con la decoración. Una pieza puede resultarnos de lo más atractiva, como por ejemplo una lámpara, pero no por ello debemos intentar convertirla en la lámpara principal de la estancia sino que también se le puede predeterminar cierto grado de celosía, reservando su luz para momentos especiales o, sencillamente, no usándola como tal sino como simple elemento decorativo.
Otro aspecto muy importante de los viajes son las fotografías. No hay que tener miedo de compartir a primera vista un buen elenco de imágenes que resumen ese viaje o esos viajes que rejuvenecen a uno en espíritu. En este punto el hecho de tener y aplicar cierto criterio para que las fotografías casen estéticamente con el resto de la habitación basta. Y no necesariamente deben ir enmarcadas ya que cada vez es más normal encontrarse fotografías colgadas en la pared en su formato original.